Estimada Presidenta,
En los días pasados los miembros del APA hemos recibido una carta tuya ofreciéndonos información sobre dos aspectos importantes: la aplicación de la nueva ley de educación (LOMCE), de la que hasta ahora no habíamos tenido noticia (y que yo al menos agradezco), y el proyecto de extensión (en adelante, la ampliación) de las instalaciones del liceo. Me voy a centrar en este segundo aspecto.
Nos recuerdas que el APA, y está bien que lo hagas, realiza gran cantidad de tareas de valor añadido, las cuales se financian íntegramente con nuestras aportaciones; esto último no está de más recordártelo, pues no se trata precisamente la nuestra de una organización de caridad. Cierto es que nuestros representantes en los diferentes órganos de representación y consejos del Liceo no cobran, pero también es cierto que ninguno ha sido obligado a aceptar tal cometido. La labor de representación de los padres se agradece, pero es voluntaria, recordémoslo.
Entrando en la parte mollar, nos exiges a los padres “tomar una postura única e inequívoca” en relación con la ampliación. Te refieres a la gran cantidad de información que hemos recibido los padres (cierto es que, sin ser agobiante, el Liceo ha tratado de comunicar qué ocurría) y planteas sin circunloquios la siguiente dicotomía:
“queremos las familias apoyar la realización de
este proyecto, ayudando al LFM a financiarlo o no.”
Es decir, no si
estamos o no de acuerdo con la viabilidad de un proyecto que el Consejo de
Administración del APA (en adelante, el APA a secas), que sepamos, no ha
cuestionado, sino si queremos “apoyar” “ayudando a financiarlo”. Y esta es la
clave de todo el proceso.
En primer lugar,
considero un chantaje pedirnos el apoyo a un proyecto que beneficiará a las
futuras familias; hablamos de un plazo de al menos 10 años (o al menos ese es el
horizonte temporal de la financiación que asumo, quizá erróneamente, análogo
al de las obras), tiempo en el que el 90% de nuestros hijos estará fuera
del liceo. Por otro lado, incluso aceptando esta situación, es falso plantearlo como una ayuda al
Liceo. Es una ayuda al Estado francés, que es quien en última instancia es
titular del colegio. Si hubiese algún tipo de contrapartida (como, por ejemplo,
la creación de una cooperativa de padres o la cesión de parte de la titularidad
del Liceo a quienes van a financiar parte de las obras) la situación sería
discutible. Pero en absoluto. El Estado francés, y con él el Liceo, no pretende
otra cosa más que una derrama extraordinaria durante nada menos que diez años
para al final contar con unos edificios de los que nuestros hijos no se beneficiarán.
Una jugada maestra.
- ¿Qué estudios demográficos ha manejado el APA para considerar como “buena” la ampliación?
- Las familias francesas, expatriadas o no ¿están regresando a Francia o están asentándose en España?
- ¿Cuál es el impacto a medio y largo plazo de un incremento del volumen de alumnos en cuestiones como seguridad, higiene, calidad de la enseñanza?
- ¿Cómo evolucionaría el marco financiero del Liceo en estos años? ¿Y tras la ampliación?
- ¿Cuáles son las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de la ampliación?
Todas estas
preguntas, ¿se las ha hecho el APA? ¿y cuáles son las respuestas? Porque, a estas
alturas, yo no las conozco. Más bien creo que no las hay. Lo sé. Igual que sé del
“apoyo” del CA al proyecto.
Analicemos el
siguiente párrafo:
Más allá de la financiación que el Estado francés, por cuestiones de geopolítica, haya realizado y esté realizando, lo que me resulta muy llamativo es la defensa de la postura del mismo que efectúa el APA. Nuestros representantes no sólo nos recuerdan el dinero que nos costaría en Liceo (si siguiéramos como padres de alumnos, claro, porque aquí las cuentas hay que hacerlas no sólo con los prisioneros, sino también con la caída de ingresos que supondría la salida de cientos de familias que no podrían afrontar esos importes; y la situación no está como para que entre una familia nueva por cada una que abandona), sino que te atreves a calificar de “mínimo” el “esfuerzo” solicitado. Me parece intolerable que califiques de ningún modo la situación económica de nadie; y más en la situación económica actual.
Más allá de la financiación que el Estado francés, por cuestiones de geopolítica, haya realizado y esté realizando, lo que me resulta muy llamativo es la defensa de la postura del mismo que efectúa el APA. Nuestros representantes no sólo nos recuerdan el dinero que nos costaría en Liceo (si siguiéramos como padres de alumnos, claro, porque aquí las cuentas hay que hacerlas no sólo con los prisioneros, sino también con la caída de ingresos que supondría la salida de cientos de familias que no podrían afrontar esos importes; y la situación no está como para que entre una familia nueva por cada una que abandona), sino que te atreves a calificar de “mínimo” el “esfuerzo” solicitado. Me parece intolerable que califiques de ningún modo la situación económica de nadie; y más en la situación económica actual.
Nos amenazas contra
la “contraproducente” medida de
retirar la domiciliación bancaria, según te ha señalado el embajador. En primer
lugar, quiero recordarte que no tenemos ninguna obligación de
mantener el recibo domiciliado. Yo mismo retiré la domiciliación
hace ya más de un año, mucho antes de que este problema surgiese. Pago por
transferencia. Y en segundo lugar, sigo sin entender por qué el APA tiene
que actuar como portavoz de los órganos oficiales de representación del estado
francés y no como representación de los padres.
Se nos ofrece a cambio
una propuesta (que no vemos por ningún sitio) de “estabilidad” de los gastos de escolaridad; esos por los que tanto
ha luchado el APA estos años… con el fracaso que todos conocemos. Los gastos de
escolaridad así como los de primera inscripción han crecido exponencialmente
estos últimos 6 años, precisamente aquellos en los que la crisis económica más
se ha cebado con las familias. A cambio de subirnos la escolaridad en 90 euros
por año y niño (bueno, no es eso exactamente), se comprometen (insisto, no he visto ese compromiso por escrito en
ningún sitio) a no subirnos la escolaridad. Como solemos decir en España, ¡olé!
Me preocupan
tremendamente dos cuestiones: el tono amenazante de tu carta, disculpable
quizá, y el regreso al seno del APA de formas que la anterior presidencia desterró. No se trata
de que el clima con la dirección del Liceo sea de confrontación. Se trata de que no sea de connivencia. Parece que los
miembros del Consejo de Administración, representados aquí por ti, mantienen una especie de síndrome
de Estocolmo por el que aceptan las propuestas del Liceo sin discusión. Y,
sobre todo, dándonos a sus representados una respuesta que ni les hemos pedido
ni nos has solicitado.
Creo que la única
medida que entenderán las autoridades será la presión económica. Llegará el
momento en que deberemos pensar en consignar el importe del recibo en el
Juzgado. De esta manera no podrán acusarnos de no querer pagar y se verán
obligados a replantear la situación.
Una
situación, la de la ampliación, que no hemos solicitado los padres, que en nada
nos beneficia, de la que somos presos y en la que no obtenemos contrapartida
alguna.
Te saludo muy
cordialmente,
Totalmente de acuerdo. No entiendo por qué el APA no representa a padres, sino al liceo, igual deberían cambiarse el nombre. Una pena lo que está pasando.
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